1.2.10

Guerrero de Ilusiones



El silencio impera en aquel lugar, unos árboles de frutos cítricos son los únicos que me despiden, uno de ellos por cierto acaba de ser despojado de cuanto fruto había en el. Ya me había hecho a la idea de que cada esfera naranja era un adorno interesante de aquel árbol. Aquel lugar había prometido ser la cuna de una gran nación de un gran sueño de una ilusión, ilusión que años atrás prometió cumplir: emprender y tener éxito. Como si tal cosa fuera así de fácil, el éxito es eso que no sabes cuando vendrá, no sabes cuando vino y no sabes cuando se fue... El éxito se mide en las retrospectivas y en los análisis financieros.

Sueños de vencer, sueños de poder, sueños de soñar y sueños de emprender todos en ese mismo lugar, pasaron los días y el imperio se fue cayendo de a pocos, la esperanza, esa que dicen que nunca muere estaba agonizando, el éxito ese que estaban esperando ese nunca vino. Hubieron batallas unas ganadas otras perdidas, quizás la mayoria perdidas, se desgastaron las fuerzas y la llama que aun estaba encendida se apago...

Volteo a ver ese lugar, regreso a tomar una mandarina y disfrutármela, esta vez el árbol se lucio y me dio su mejor fruto, creo que fue como premio de consolación. Dulce con mucho jugo, sacio un poco el hambre que tenía. Lo único que quedaba en aquel lugar era una pala para recoger basura y un cartón de huevos, no sabía cual llevarme y cual dejar me costo tomar la decisión, al cabo de un rato volteo a ver, aquel lugar en donde el silencio ahora impera, en una mano la pala en otra el cartón de huevos y cierro la puerta. Puerta que marco un episodio pasado en mi vida, puerta que es como una frontera para lo que fue y lo que será.

Empiezo mi caminata como un guerrero derrotado, arrogantemente creía todas las miradas sobre mi, como cuando ven salir de la ciudad al perdedor. Yo dentro de mi sabía que me volvería a levantar, pero eso no me quitaba el polvo de la cara y las heridas hechas días, meses atrás. Una viejecita en el camino me pregunta:

-  ¿En ese lugar venden huevos?
-  No, estos huevos los llevo a mi casa
-  Ah, yo creí que ahí vendían huevos y pensé que serían más baratos
-  ¿Los quiere?
-  ¿Seguro?
-  A donde voy no me servirán, los llevo por no desperdiciarlos, pero siento que podría quebrarlos.

Su cara se ilumina y por un momento me sentí avergonzado 

-  Muchas gracias señor, Diosito me lo bendiga 
-  Feliz tarde, igualmente

Se que mañana un nuevo sol saldrá y nuevas serán las oportunidades, mientras tanto como una mandarina que traje conmigo.

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