17.2.10

Cómo Robar un Supermercado

Excelente video tutorial que nos muestra los pasos básicos para robar un supermercado


14.2.10

Uno de esos hobbies


La lectura es una de esos hobbies que más me apasionan, algunas veces me cansan y me aburren otras veces no puedo dejarla ni un segundo. Probablemente de todos mis hobbies es el que más tiempo y por largos períodos me ha acompañado. A pesar de esto nunca había leído más de un libro a la vez, mi metodología era, tomaba un libro si me gustaba podía acabarlo en menos de 24 horas, si era bueno podía leerlo en mis tiempos libres, durante las comidas, tiempos de espera o cosas así y algunas veces, solo algunas veces con todo el dolor de mi corazón he dejado libros sin terminar porque su escritor así lo decidió, dijo "no tengo nada que hacer, hoy haré un libro malo y haré creer que es bueno" y uno termina pagando el pato.

Con mi esposa nos encanta ir a ferias de libro, en realidad en mi ciudad se celebra una muy importante a mediados de año a la cual asistimos y siempre salimos con las manos llenas tal y como que hubiéramos hecho el super para dos meses. Además nos abastecemos de vez en cuando en cuanta librería buena hay. A pesar que el hábito de la lectura no es uno de los favoritos de mi país puedo decir que hay muchos lectores (y de los bueno) y por ende buenas librerías que nos sacian nuestra hambre de más.

Hace un par de semanas, en uno de esos momentos solitarios en los que no quieres ningún juego de estrategia, menos terminar algún proyecto pendiente de la oficina, donde ni el cable ni el pay per view ni muchos menos la internet te ofrece algo, me dispuse a ver una película nada de otro mundo pero al final en los extras anunciaban una pelicula llamada Pantaleón y las visitadoras, película basada en el libro con el mismo nombre del escritor Mario Vargas Llosas, una de esas sinopsis en las que te cuentan casi toda la película me encanto y desee haber leido ese libro, hasta que recorde que en nuestra última visita a la feria de libros presisamente me hice con una colección de varios títulos de Vargas Llosa, fui a mi librera y voilà, esa misma noche comencé a leerlo. Fue muy difícil para mi tomar el sentido de su escritura, a pesar que ya había leído Las travesuras de la niña mala, esta forma de escribir o no se la conocía o era diferente, sea lo que fuere me costo empezar.

Unos días después me pare frente a mi librera y vi un libro que me llamo la atención por su portada, aunque quizás fue el quien me llamo a mi, recordé cuando me recomendaron ese libro en la feria, el joven que lo hizo se mostró totalmente entusiasmado, lo saque de su empaque aún, me sente en el sofá de mi sala, con un vaso con agua y empece a leerlo. La ciudad y los perros del mismo autor. Mientras avanzaba en la lectura me recordaba que estaba leyendo otro libro y que no lo había terminado, curiosamente este libro para mi tiene la misma forma de escritura que el anterior. Fue así que desde hace dos semanas estoy leyendo dos libros a la vez. Bueno casi. El día jueves fui al supermercado y me di una vuelta inusual por el área de librería, hace días que estaba buscando el libro Rojo de Dekker porque ya habíamos terminado con Sharon hace varios días atras Negro y debíamos seguir la serie llamada El Circulo, fue un poco decepcionante no encontrarlo pero no me di por vencido y seguí buscándolo. Una vez más otro libro llamando mi atención, esta vez no era de Vargas Llosa sino de Frank Peretti, un poco brusco el giro pero después de haber leído El Juramento, cualquiera se vuelve adicto a Peretti y sus best sellers. Este libro se llama El Profeta del cual ya había leido buenos comentarios pero nunca la oportunidad de comprarlo, la presentación es genial ya que a pesar de ser grande en cantidad de páginas su tamaño es como el de un cuarto de oficio. Y no me resistí, así que ese día oficialmente empece a leer tres libros al mismo tiempo. Creí que no se podía ahora he comprobado que sí. Espero terminarlos en el tiempo que deba de terminarlos, ninguno es alguna tarea o algo por el estilo es el hecho de disfrutar de la lectura, de vivirla de abrazarla y no soltarla.

Al fin fuimos hoy a una buena librería y encontré Rojo y su tercer libro Blanco, la sorpresa que nos llevamos es que hay un último libro de la serie, del cual no teníamos conocimiento aún. Definitivamente a pesar que yo leí Negro primero, estoy seguro que Sharon no me hubiera dejado leer Rojo primero así que me busque otro libro pa' el rato, no sabía que buscaba, es como entrar a un restaurante que no conoces, ves la carta y dejas por un lado lo que conoces y empiezas a ver los nombres de cada plato nuevo, preguntas por algunos los piensas los saboreas los descartas de la misma manera estaba buscando ese sabor que necesitaba, al fin un libro me llamo (después de tanto reconozco que son los libros los que lo escogen a uno, por lo menos a mí), un libro grande. No me tomo mucho tiempo para decidirme es el libro Soy Charlotte Simmons de Tom Wolfe. Salimos de nuestro shopping de libros nos dirigimos a un coffee shop, dos expressos y cada quien empezó su libro.

Van cuatro. A pesar que no quisiera que la lista se amplíe, creo que el éxito de las cosas esta en disfrutar el momento, cada momento. Y no, no haré un resumen de ellos después, no puedo contar sinopsis.

13.2.10

Y al final

Y al final del día,
todo lo que te queda
es el amanecer.

5.2.10

VEINTE MINUTOS

en veinte minutos pienso escribir esto, usaré algunos minutos para pensar de que escribir y otros tantos para escoger la foto, no siempre la indicada, sino la que este destinada. en veinte minutos pasan muchas cosas por ejemplo en España podrías leer un periódico completo que lleva precisamente este nombre, puedes tomar un mini tutorial de algún programa en particular, puedes mirar a tu alrededor y sentirte asediado, puedes corregir lo que llevas escrito, preparar una cena al estilo de un chef con recetas rápidas e igual puedes comerte esa comida en un tiempo similar. al minuto cinco reviso nuevamente lo escrito, me siento inseguro, desearía pensar que es de lo que escribo pero en mi tierra no hay espacio para lo que escribes, sino como te defiendes del sistema. miro a mi alrededor, tratando de recordar las caras, me doy cuenta que al momento no he empezado ninguna oración con mayúscula, lo único que trato es por lo menos incluir la mayoría de tildes, lo que no se puede quizás el corrector lo solucione. los autos suben por el desnivel, otros autos pasan rápido sobre la calzada, una persona camina en el parqueo deseando que el tiempo pase rápido para que acabe su turno laboral, tres personas comen frente a mí, unos lentes negros oscuros, una gorra azul  gastada y una playera azul con estampado blanco, toman café o que se yo. una pareja a mi derecha que han estado casi el mismo tiempo que yo aquí se han cambiado una vez de lugar y hablan como si fueran a resolver alguna que otra crisis mundial. la tv nos muestra ESPN sin que nadie se percate del partido de los Lakers que lo están transmitiendo en vivo, de esos veinte minutos llevo la mitad, ¿trabajo mayúsculas o no? la espera se vuelve un poco larga y tu no sales aún. las once con doce minutos de la noche y la gente aún esta muy despierta, típico de un viernes. desearía estar en cualquier lugar en este momento, pero quizás no aquí. a mi batería le queda una hora con veinte minutos de vida, la bandeja de comida a un lado, el olor de comida se torna pesado e incomodo, una patrulla pasa por la calzada a ritmo lento, como un felino tratando de agarrar por sorpresa a su víctima. un rotulo indica que por el carril derecho solo buses urbanos, otro dice que por ese lado es la entrada, un volvo entra a toda velocidad al parqueo y se dirige al autoservicio, ¿en cuanto tiempo leerás esto? ¿quién sabe? por mi parte llevo dieciséis minutos aquí, aun un poco nervioso por el estigma de la inseguridad, pero contento que en unos minutos vendrás, queda un minuto, es hora de incluir la imagen... espero poder encontrar un rotulo así por aquí, mientras tanto feliz día...

ay estos días por Dios

después de un escupitajo desde una pasarela y un chicle en el zapato y pantalón, creí que lo que seguía era que un chucho me orinara... ay de los días y de las gentes.

1.2.10

te busco ¿dónde estás?

Guerrero de Ilusiones



El silencio impera en aquel lugar, unos árboles de frutos cítricos son los únicos que me despiden, uno de ellos por cierto acaba de ser despojado de cuanto fruto había en el. Ya me había hecho a la idea de que cada esfera naranja era un adorno interesante de aquel árbol. Aquel lugar había prometido ser la cuna de una gran nación de un gran sueño de una ilusión, ilusión que años atrás prometió cumplir: emprender y tener éxito. Como si tal cosa fuera así de fácil, el éxito es eso que no sabes cuando vendrá, no sabes cuando vino y no sabes cuando se fue... El éxito se mide en las retrospectivas y en los análisis financieros.

Sueños de vencer, sueños de poder, sueños de soñar y sueños de emprender todos en ese mismo lugar, pasaron los días y el imperio se fue cayendo de a pocos, la esperanza, esa que dicen que nunca muere estaba agonizando, el éxito ese que estaban esperando ese nunca vino. Hubieron batallas unas ganadas otras perdidas, quizás la mayoria perdidas, se desgastaron las fuerzas y la llama que aun estaba encendida se apago...

Volteo a ver ese lugar, regreso a tomar una mandarina y disfrutármela, esta vez el árbol se lucio y me dio su mejor fruto, creo que fue como premio de consolación. Dulce con mucho jugo, sacio un poco el hambre que tenía. Lo único que quedaba en aquel lugar era una pala para recoger basura y un cartón de huevos, no sabía cual llevarme y cual dejar me costo tomar la decisión, al cabo de un rato volteo a ver, aquel lugar en donde el silencio ahora impera, en una mano la pala en otra el cartón de huevos y cierro la puerta. Puerta que marco un episodio pasado en mi vida, puerta que es como una frontera para lo que fue y lo que será.

Empiezo mi caminata como un guerrero derrotado, arrogantemente creía todas las miradas sobre mi, como cuando ven salir de la ciudad al perdedor. Yo dentro de mi sabía que me volvería a levantar, pero eso no me quitaba el polvo de la cara y las heridas hechas días, meses atrás. Una viejecita en el camino me pregunta:

-  ¿En ese lugar venden huevos?
-  No, estos huevos los llevo a mi casa
-  Ah, yo creí que ahí vendían huevos y pensé que serían más baratos
-  ¿Los quiere?
-  ¿Seguro?
-  A donde voy no me servirán, los llevo por no desperdiciarlos, pero siento que podría quebrarlos.

Su cara se ilumina y por un momento me sentí avergonzado 

-  Muchas gracias señor, Diosito me lo bendiga 
-  Feliz tarde, igualmente

Se que mañana un nuevo sol saldrá y nuevas serán las oportunidades, mientras tanto como una mandarina que traje conmigo.